El pasado 20 de junio, la Junta Central Electoral (JCE) –a través de la resolución 12-2018– prohibió todas las actividades proselitistas de cara a las elecciones del año 2020. La medida concitó múltiples reacciones a favor y en contra.
Pese a la restricción, los aspirantes a la nominación presidencial de los diferentes partidos continúan movilizándose. Además de recorrer las provincias y visitar a sus correligionarios, se han establecido en un espacio escasamente regulado en materia de colocación de contenidos publicitarios: los medios digitales.
La internet ofrece ventajas considerables para persuadir audiencias y esa realidad no le es ajena a una cuota de la dirigencia política nacional. Es por eso que los precandidatos, luego de la resolución, se han amparado en la publicidad segmentada para públicos, que opera bajo el “aporte voluntario” de datos por parte del target a través de los navegadores web y las redes sociales.
Con ese mecanismo, los contenidos van a perfiles específicos, delimitados por sus intereses, contextos y rasgos demográficos.
Una de las más utilizadas en navegadores es Google AdWords, probada por primera vez en el año 2000. Hoy es la principal fuente de ingresos de la empresa.