Leonel: la esperanza para volver pa’lante

Por PASCUAL RAMIREZ

Hablar o tratar de describir a Leonel en su dimensión política y humana es como tratar de establecer dónde empieza la línea del horizonte cuando contemplamos el paisaje marino. Ser humano y ser político se confunden, se unen, se funden, se entremezclan, se complementan, pues ambos aspectos se impregnan y se intercambian, haciendo que el político sea más humano y el ser humano más político, para formar una unidad de propósito y un objetivo claro de vida.

El origen humilde de Leonel Fernández, nacido en el barrio de San Carlos y criado en Villa Juana (sector del que nunca ha renegado), impregnaron su formación desde muy temprana edad su compromiso social, haciendo que este hombre, proveniente de la misma entraña del pueblo, sienta que sus mismas raíces lo llaman a abogar por los humildes, por los “wawawa”, o por aquellos que no tienen voz ni tribuna que los defienda, sobre todo hoy con un gobierno que excluye y hasta discrimina su propia base de sustentación.

De ahí la visible sensibilidad social y humana de Leonel que lo hace identificarse con el sentir popular, con los de sus mismos orígenes, con los desheredados de la fortuna, cuya redención social de su clase se ha constituido en la gran misión de su existencia. Por eso en el ejercicio de gobierno no se le conoce que haya tenido preferencias con grupo social en particular, como es el caso del actual gobierno donde hasta sus propias gentes deben presentar currículo de “Harvard” para poder ser considerado para un empleo en la administración pública.

Veamos a Leonel como el ser humano que tuvo que irse a Nueva York con su madre como miles de dominicanos los hicieron antes y después de él, como tantos de los que estamos en los Estados Unidos, en el exterior y en la gran urbe neoyorkina. Hasta que la historia y el destino lo convocan a jugar su rol en el territorio que lo vio nacer. prefirió dejar el confort y las oportunidades que brinda esta gran nación, y regresa a su país en una época en que salir del país era ya un seguro de vida.

Movido por sus profundas convicciones sociales y políticas, decide que su crecimiento como ser humano no estaba en quedarse en la gran nación norteña, pues no pensaba solo en su superación individual sino en la superación colectiva a través del aniquilamiento de la pobreza, el hambre, el atraso, el desempleo y el subdesarrollo.

Inicios

Al llegar al país, no se asocia al poder de turno, sino que se va a la cera del frente, del lado de los humildes, donde él entendía que en ese momento estaban los ideales de liberación y libertad para el pueblo. Se pone al lado de un prócer como Juan Bosch, se nutre de su ejemplo, sabiduría y sacrificios, destacándose como su discípulo más aventajado.

Así inicia una carrera política que lo llevaría a la cumbre, pero no para ascender y acumular bienes materiales, sino más bien, para servir mejor al país y a la gente que lo vio nacer.

Esta decisión, nacida de lo más profundo de su conciencia y del amor por su pueblo, no auguraba en la época una vida de confort sino de pesares, desprendimiento y posible persecución. Entendiendo que esta misión de vida requería dotarse de una formación intelectual, académica y política, se hace un gran pensador cuyas reflexiones y estudios de las realidades del país se convierten en proyectos de esperanza en espera de cristalizarse, llegado el momento de saldar la deuda social acumulada.

Obra de redención

Desde la presidencia de la República Leonel Fernández emprende la más vasta obra de redención social y humana, que empieza en el año 1996 y continúa en el periodo 2004-2008, inaugurando una época de oro para el país, de crecimiento al más alto nivel, de estabilidad económica y recuperación de la confianza y fe en el país, tras la debacle del gobierno hipolitista que nos dejó en ruinas, y para paradoja del destino hoy al igual que ayer le tocara tomar las riendas de la nación de las manos del primogénito del entonces presidente, Hipólito Mejía.

Leonel se distingue por impulsar una política exterior que rescató a la República Dominicana del aislacionismo, poniéndola en el mismo centro de los procesos de integración regional y globalización del país, al tiempo que mantenía en alto la seguridad y los intereses del pueblo dominicano sin tener que recurrir a componenda que hipotequen la nación, como del festival de préstamos que hoy tiene ya al país hipotecado.

Como estadista y hacedor de obras que benefician a las grandes mayorías y que marcan su impronta, Leonel sembró el país de infraestructuras que crearon las condiciones para nuestro posterior desarrollo: escuelas, parque cibernético, hospitales, centros educativos, carreteras, túneles, puentes, elevados, etc. De ahí que sus gestiones de gobierno sean consideradas y tenidas como las más progresistas y modernizadoras que el país haya tenido después de la fundación de la Republica.

Servidor social

A Leonel no se le conocen empresas ni acumulación de riquezas, sino más como un servidor social, como un líder orientador, con una fundación que sirve de ayuda a centenares de jóvenes y al estudios de temas fundamentales para el bien del país. Leonel ve en cada ciudadano ve una razón y una necesidad para luchar y servir al país.

“Convencido de la importancia del desarrollo de la tecnología de la información y comunicaciones dedicó esfuerzos especiales a equipar todas las escuelas públicas secundarias del país de laboratorios de informática. Instauró el premio a los estudiantes meritorios, otorgado mensualmente a nivel nacional; promovió la cultura de la lectura a través de las competencias denominadas Olimpíadas de lectura y dejó establecida la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Estableció el desayuno escolar, favoreciendo así a una gran población estudiantil de escasos recursos”.

A juzgar por todo esto, Leonel Fernández es un hombre en el cual se puede creer y confiar para seguir y completar su misión de engrandecimiento del país y de todos los dominicanos. Por eso hoy, la esperanza no solo es verde, sino que es más verde que nunca para volver pa’lante.