Como es costumbre el merenguero Wilfrido Vargas comparte sus escritos con los lectores de Diario Libre. Esta vez, ha querido dedicar su espacio al presidente de la República Dominicana Luis Abinader.
Al mandatario le auguró éxitos y le externó sus expectativas. A continuación la misiva integra del veterano artista para el mandatario dominicano.
Señor Presidente,
Sea usted ¡Bienvenido!
Este escrito no es un artículo, por favor tómelo usted como una cartita de un familiar allegado porque con ese mismo sentimiento se la estoy escribiendo. Con una sonrisa, un apretón de manos y con ese agrado que confiere la brisa fresca y renovadora que se respira con su llegada.
Me encantaría que usted perciba mi énfasis, Oiga muy bien señor Presidente: El regalo más grande que pudiéramos recibir los dominicanos es que a sabiendas que la magia no existe y usted no va a resolver los problemas que aquejan al país en un abrir y cerrar de ojos o de un día para otro, pues entendemos que para eso es que se traza un Plan de Gobierno articulado con los distintos estamentos de la nación y simultáneamente se vea el enfoque certero, la intención, el interés, la apuesta seria y cristalina de su propuesta que le haga decir a cada dominicano:
Me siento bien representado!
Me siento bien gobernado!
No quiero más nada. Y por qué no quiero más nada?
Porque no es mucho lo que hay que hablar.
Si usted a bien tiene en su corazón establecer que la educación, los buenos modales, los principios y valores nos hacen gente de bien. Y que estos aspectos se pueden retomar y convertir en hábitos en cada rincón de nuestro país, valiéndonos de todo lo que ha avanzado la tecnología y lo que eso ha aportado en la metodología de la enseñanza. Eso sería para el corazón de un músico un excelente agasajo.
Supongamos que la música como elemento socio cultural trascendental, transversal y de gran arraigo; esté en sus planes para seguir promoviéndola e incentivarla. De la misma forma como se propende por mantener la conciencia de que arrojar basura en la calle a ninguno nos conviene y que con las medidas definidas para preservar un ambiente sano, adecuado para el buen vivir, con eso no se está jugando.
Es como cambiarles la vida a los dominicanos. Pero cómo? Mediante la inmersión en los buenos hábitos de una manera eficaz y que conlleve a lograr modificar y cambiar aquellos hábitos raros e inconvenientes; que se nos fueron filtrando por todos lados, nos envolvieron y a los que a fuerza o tal vez por debilidad nos fuimos “acostumbrando” con el paso del tiempo.
Ojalá seamos capaces de mantener los ojos abiertos y los oídos despiertos, a través de mecanismos altamente atractivos que incentiven y permitan generar e inculcar conciencia en cada dominicano, desde el más pequeño hasta el más adulto, para que todos sepamos y entendamos de una manera tan clara, fácil y práctica, que hay cosas que se pueden hacer para el bien de todos, de nuestro país y de las próximas generaciones. Y también, que hay cosas que no se deben hacer. A menos que, los modales no entren dentro de la descomposición moral de los pueblos y se castigue como tal aquello que se aleje de los principios, los valores, los buenos modales, las buenas costumbres y las buenas formas.
Pareciera que la gente hoy no le hace caso a na’. Y a nadie le interesa.
Qué bien nos vendría experimentar otro tipo de vivencias y situaciones que nos hagan apropiarnos del sentido de pertenencia de nuestra dominicanidad, crecer y evolucionar como personas y dejar de lado todo aquello que se aparte de una sana y próspera convivencia ciudadana. Me atrevo a decirlo y destacarlo porque parte de su discurso de posesión que me llamó la atención así lo enunció: “Nada sin esfuerzo está garantizado para siempre”.
Si usted, me saluda con el discurso de que va a hacer valer las leyes y que la impunidad no tendrá cabida en el gobierno y todo eso que se ha popularizado en el tiempo, estará hablando con cualquier persona menos conmigo. Al parecer eso es un código, una cartilla obligatoria que se tienen que aprender los presidentes. Pero su corazón, su mente, sus intenciones, objetivos, propósitos y plan de gobierno con toda la maquinaria y el engranaje del Estado a disposición le deja saber que usted tiene formalmente en sus manos en este momento los elementos y medios que confieren la posibilidad de hacer y lograr muchas cosas que marquen diferencia y una diferencia que dé tallaje y altura a su gestión y a todos los dominicanos con la distintividad que produce sensaciones de agrado, de plenitud, de satisfacción. Si usted me dice que el agua moja por ejemplo, la reputación que usted va a tener frente a este músico de Altamira lamentablemente va a ser la de todo el que ha pasado por ahí.
Si ese discurso, es la materia prima con la que se espera obtener un acondicionamiento y transformación de nuestros procesos socio políticos, económicos y culturales. Ya con eso, cualquiera puede pensar comenzamos mal o “esto es más de lo mismo”. Porque para qué decir eso? El que se va a matar no lo dice. Déjele a la constitución que lo diga y nuestra dignidad se preserve en todo momento en los niveles de responsabilidad que ello comporta, estableciendo límites ejemplarizantes a través de su actuar. El pueblo dominicano apreciaría y agradecería más, que tenga unas excelentes relaciones con la gente que lo eligió. Armoniosas, dignas y cercanas a nuestra realidad, a nuestras vivencias. Como las de un buen padre de familia hacia sus hijos. En ese escenario para qué decir lo que está dicho? Que aquí no se va a robar, eso no se dice, que aquí no va a reinar la impunidad, tampoco eso se dice. Qué es lo que nos garantiza la ley si estamos en un Estado de Derecho? No cree usted que el hecho de parafrasear a los ladrones está emulando la condición del que tiene esa maldición en su corazón?
Me cae usted muy bien, su discurso y la aridez de la altisonancia es como si usted estuviera hablando con un barbero. Y sabe qué? A mí me compra más con eso que con un discurso populista e innecesario. Porque todos nos sabemos el cuento.
Cuanto me gustaría ser amigo suyo, pero tranquilo señor presidente no es verdad que lo vaya a ocupar para saludarlo porque siendo honesto ni a usted le interesa hablando francamente. Además la multitud que en estos nueve días de gobierno llega a palacio lo hace para eso. Si tuviera la suerte de conocerlo y conversar un poquito tendríamos un espacio muy productivo.
Le percibo muy cerca de este sentir: “Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie. Ni hacerle mal en su persona aunque piense y diga diferente”. Este sentir, fue expresado por una comunidad que anhela fijar sus objetivos en lo esencial de la vida y que al escribirle quise citar, por encontrarlo pertinente y también por considerar: Cuánta falta nos hace señor Presidente tener a un amigo, un buen amigo como Presidente?
Le deseo la mejor de las suertes en este andar. Mi nombre es Wilfrido Vargas músico de Altamira Puerto Plata, servidor y fiel creyente en el orgullo, en la decencia y en la prosperidad que da creer en la evolución de la conciencia de los pueblos.
Fraternal abrazo!
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