El lunes pasado, el Partido de la Liberación Dominicana reconoció su derrota en el torneo electoral, felicitó al partido ganador y, lo más importante, expresó su gratitud al pueblo dominicano por la confianza que le refrendó durante cuatro periodos consecutivos. Felicitó a la sociedad dominicana por el civismo de que hizo gala, y se regocijó por la madurez y la templanza política exhibida por los dominicanos y las dominicanas, lo que propició que las elecciones fueran una auténtica fiesta democrática: correcta, impecable, ejemplar, limpia y transparente.
Los peledeístas siempre hemos estado claros en que a las elecciones se va a ganar o a perder, y que en democracia lo correcto es que quien pierda reconozca la derrota y felicite al ganador. Eso fue lo que hizo el compañero Gonzalo Castillo y el Partido de la Liberación Dominicana, inmediatamente después de conocidos los resultados, demostrando fehacientemente nuestra vocación democrática. Que esto sirva de lección para muchos que creen que a las elecciones sólo se va a ganar.
Es justo, necesario y saludable agradecer a los cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas, miembros/as o simpatizantes, que depositaron su confianza en el binomio presidencial Gonzalo-Margarita; así como también, en nuestros candidatos al Congreso. De manera especial, toda la gratitud y reconocimiento a los miles de militantes y dirigentes del PLD por el esfuerzo que realizaron entregándose en cuerpo y alma a la campaña, orgullosos de la obra de gobierno desarrollada por nuestro partido en los últimos 16 años.
Siempre he dicho que los gobiernos, en el ejercicio de sus funciones, generan activos y pasivos. A final, lo importante es que los activos generados superen a los pasivos. Estoy totalmente convencido de que más temprano que tarde, el día de mañana, cuando con tranquilidad de espíritu se evalúen los gobiernos del PLD de los últimos 16 años, se tendrá que reconocer que los activos generados superan con creces los pasivos generados.
En lo inmediato, con espíritu de crítica y autocrítica, el PLD hará la debida evaluación de su derrota, y extraerá las lecciones aprendidas; y derivará las conclusiones pertinentes que sirvan para reedificar nuestra organización.
Lo bueno de las derrotas son las grandes enseñanzas que pueden ofrecer. En vez de como fracaso, reditúa más verlas por el lado edificante. Saber que no son un hecho definitivo; como ha sido dicho, no son un fin ni un comienzo. Siempre son oportunidad para elevarse.
Más que todo, el resultado electoral del pasado 5 de julio es eso. El gran chance que tiene el PLD para reflexionar, aprender, depurarse y corregir y levantar los pies. Es una excelente oportunidad para restañar, curar y sanar heridas.
Para trabajar y hacer la recomposición de su unidad. Y en estos términos, ejercer con calidad y responsabilidad su nueva condición de principal partido opositor. Crecer, y hacer la lucha política. Recuperar terreno perdido en la confianza ciudadana, volver a ganar.
En el PLD sabemos cómo hacerlo. Sabemos hacerlo bien.