El presidente Donald Trump despidió al secretario de Defensa Mark Esper, en una medida sorprendente y sin precedentes en un momento de incertidumbre nacional sobre el resultado de la candidatura de Trump para un segundo mandato.
La medida podría considerarse inquietante para el Pentágono y una fuente de preocupación para los aliados y socios internacionales.
Es la primera vez en la era moderna que un presidente que busca la reelección destituye a su jefe del Pentágono después del día de las elecciones. Los presidentes que ganan la reelección a menudo reemplazan a los miembros del gabinete, incluido el secretario de Defensa, pero los presidentes perdedores han mantenido a sus jefes del Pentágono en su lugar hasta el Día de la Inauguración para preservar la estabilidad en nombre de la seguridad nacional.
La tensa relación de Esper con Trump estuvo a punto de colapsar el verano pasado durante los disturbios civiles que desencadenaron un debate dentro de la administración sobre el papel apropiado de los militares en la lucha contra los disturbios internos.
La oposición de Esper al uso de tropas en servicio activo para ayudar a sofocar las protestas en Washington, D.C., enfureció a Trump y llevó a una amplia especulación de que el jefe de defensa estaba dispuesto a renunciar si se enfrentaba nuevamente a un problema de este tipo.