Santiago.- «No más toque de queda», es el pedimento de un centenar que se concentró en el Monumento a los Héroes de la Restauración, exigiendo al presidente Luis Abinader el levantamiento de las restricciones impuestas para evitar la expansión del Covid-19.
Propietarios, empleados, suplidores de bares y discotecas de la industria del entretenimiento de Santiago, Espaillat, La Vega, San Francisco de Macorís y otros puntos de la región del Cibao, denunciaron que las pérdidas económicas han sido millonarias y los despidos masivos debido a la crisis provocada por el Covid-19.
Sin embargo, entienden que un gran porcentaje de la población se ha vacunado por lo que no comprenden la extensión por 45 días más del toque de queda.
Nelson Reynoso, miembro Movimiento Empleados Nocturnos, señala «si ya nosotros tenemos la vacuna, ¡déjenos trabajar por favor!».
Dicen que pese a haber cumplido con las disposiciones de Salud Pública, con la gran inversión que tuvieron que hacer para abrir con los protocolos sanitarios, continúan más golpeados por el gobierno con la extensión del toque de queda.
«Lo que queremos es que verdaderamente haya un acuerdo entre el gobierno y el empresariado porque nosotros somos los más golpeados, seguimos pagando la misma cantidad de luz como si estuviéramos abierto, seguimos pagando agua, seguimos pagando aseo, seguimos pagando todos los impuestos», sostuvo Yobaldo Ordoñez, miembro de la comisión del Clúster de Bares de Santiago.
Señalaron que la industria del entretenimiento representa el 90 por ciento en la economía del país y es la más se ha visto afectada por las medidas indolentes que dicen el gobierno ha tomado.
Advirtieron que se mantendrán en las calles hasta ser escuchados por el gobierno.
«No aguantamos más, nos vamos a la quiebra, salimos a delinquir, será eso lo que el presidente quiere» manifestó Randy Cruz, empleado en Lujo Taska Bar
«A qué nos está llevando el gobierno con los toques de queda, a más delincuencia, porque si usted no trabaja, usted no puede sostener a su familia», indicó Radelkis Antonia Sánchez, una de las manifestantes.
