El doctor Leonel Fernández relata cómo recibió el libro “El destino dominicano”, de John Bartlow Martin: “Por los años setenta, poco tiempo después de comenzar a escribir en el periódico “Vanguardia del pueblo”, Juan Bosch me lo entrega ,con subrayados y observaciones de su puño y letra. Ese libro a él le molestó y escribió sobre él por varios años. Ambos eran amigos pero se enfrentaron por circunstancias de la época. Bartlow Martin escribió cosas inciertas.
El libro se publicó en 1966, tres años después del Golpe de Estado a Bosch y todavía en 1983 el profesor escribía artículos aclarando muchas cosas”.
¿Un libro sobre otro?
El presidente de Funglode siempre pensó divulgar, en algún momento, una buena parte de este debate ejemplar. Sus ideas comenzaron a tomar forma en 2016 al cumplirse cincuenta años de la publicación del libro de Bartlow Martin. Sobre esto, relata:
“Empiezo a concebir la iniciativa de que ese texto pudiera ser leído por el público, toda vez que, a partir de sus acotaciones y comentarios al margen, Bosch sostenía un diálogo con el autor. Y mientras ideaba la forma final del libro, surgieron varias prerrogativas, como si recogía en un libro solo los comentarios y acotaciones de Bosch, pero al final me di cuenta que tal iniciativa era improcedente porque no tendría contexto. Tampoco pude conseguir el permiso de la familia de Bartlow Martin para digitalizar el tomo y publicarlo online. En medio de esas disyuntivas, decidí buscar un contexto y ponerme a trabajar. Y de ahí se me ocurrió un diálogo póstumo a través del cual pudiera exponer la confrontación ideológica.
“Nunca pretendí la escritura a partir de un diálogo platónico porque el debate ideológico debía tener un interlocutor que uniera los discursos porque Bosch y Bartlow Martin se iban a encontrar post morten, y un historiador debía introducir cada capítulo. En el proceso de investigación se me ocurre que ese interlocutor podría ser el padre de la historia, Heródoto, pero me doy cuenta de que tal calificativo al personaje le fue refutado por Tusides. Me decido por este último, pero mientras comenzaba a escribir, me surge la duda de cómo Tusides se va a encontrar con Juan Bosch y Bartlow Martin. Y un día Jimmy Sierra me sugiere que el interlocutor debe ser Clío, lo que a mí me parece muy bien porque los personajes no solo hablan en el Olimpo, sino que su interlocutor es una mujer. De esa forma, Clío se va a convertir en el hilo conductor de la historia.
“Cada capítulo es un canto precedido por una referencia a Clío y al final se termina con la reflexión de una musa u otro Dios del Olimpo. Siempre las nueve musas aparecen pero como son 13 o 14 capítulos, algunos los terminé con otros personajes celestiales”.
Me identifico con Bosch
El doctor Leonel Fernández es un político que no solo piensa, sino que sabe pensar. Conoce la República Dominicana como pocos. De Bosch aprendió a que lo más importante es amar a su país por encima de todo. Por eso, desde niño, su afición por la obra del maestro es irreversible:
“Cuando yo vivía en Nueva York en mi etapa de adolescente, a los 12 y 13 años de edad, a mi casa asistían muchas personas a discutir de política dominicana. Se leían periódicos y revistas sobre la realidad nacional. Y por supuesto, todos eran partidarios de las ideas de Juan Bosch. O sea que desde muy niño escuchaba su nombre en mi propio hogar. Mi madre era una gran lectora y esas ideas se discutían”.
Aquellos eran otros tiempos. La lealtad al líder no podía ser comprada, ni la gente se acercaba a determinada figura en busca de prebendas. Por el contrario, la ética ideológica era irreversible, parafraseando el verso de Gabriel Celaya: “se tomaba partido hasta mancharse”. Leonel Fernández fue uno de esos jóvenes que supo ser fiel. De aquellos años de formación guarda imborrables recuerdos:
“Yo regreso al país a finales de los sesenta y me instalo en Villa Juana donde se reunían todas las noches cien o doscientas personas en las esquinas de las calles Francisco Villaespesa con 23, a discutir. Tomaban un huacal de refrescos, le quitaban las botellas lo ponían al revés y ese era el pódium de los oradores. Al tiempo descubro que quienes hablaban eran representantes de partidos políticos, del MPD, de la línea roja del 14 de junio, del socialcristiano y alguno del PRD. Allí ocurría un debate político aunque en principio no lo advertía. Juan Bosch regresa al país en el año 1970 e inicia un ciclo de charlas radiales, y comienzo a escucharlo. Desde antes de su llegada yo sentía inclinación porque escuchaba mucho a Peña Gómez, leía la revista “Ahora”, conocí su polémica con Jimenes Grullón, y todo esto ya me interesaba. Y comienzo a leerlo de manera sistemática. Yo absorbí a Bosch a muy temprana edad. A los dieciséis y diecisiete años ya he leído prácticamente toda su obra, desde ficción hasta los ensayos.”
Su ingreso en la UASD
Leonel Fernández ingresa en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y allí integra el Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD). Corría el año 1971.
“Cuando entro a estudiar Derecho, son los grupos de izquierda los que dominan en la Facultad de Ciencias Políticas y Derecho y yo me incorporo al debate para promover el pensamiento de Bosch. Y así me descubren los compañeros del nuevo grupo. Por esa fecha el PRD se divide y formamos el FEL y dentro del FEL me llevan como Secretario General de la Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas y ya soy representatne estudiantil. Fuera de la Universidad, asistía a las actividades de Juan Bosch, como en la Asociación de Periodistas Dominicanos, en el local que ocupa hoy el Colegio Dominicano de Periodistas y en el templo Masónico. En este último espacio recuerdos dos de sus conversatorios, uno sobre el feudalismo y otro sobre el mundo árabe. Y ahí comienza nuestra primera vinculación personal.”
El alumno y el maestro
La relación entre Bosch y el Presidente Fernández se hace efectiva debido al fallecimiento del profesor Domingo de los Santos, un poeta que ya era una promesa de las letras nacionales. Un día al salir de clases nos dirigimos a Villa Juana, donde residíamos. Nos despedimos en la esquina y dos horas después me dicen que ha fallecido de un infarto. Fui a verlo a la morgue y fue algo horrible. Lleno de emoción, escribo una nota luctuosa y la envío al periódico “Vanguardia del Pueblo” a través de un amigo llamado Guaroa Guzmán. Bosch pregunta por el autor de la nota. Cuando le dicen mi nombre, me manda a buscar y me invita a escribir para el periódico. Y a partir de ese momento soy el redactor de la página 7 de temas internacionales que no se firmaba. Ese contacto político, ideológico e intelectual con Don Juan creció a partir de mi entrada al periódico. También difundí artículos de otro tipo en distintas páginas del periódico, calzados con mi nombre, de los cuales hice una selección para el libro “Años de formación”. Recuerdo que Bosch el corregía con un bolígrafo rojo; era muy riguroso, recomendaba escribir simple, sencillo y claro; nos enseñaba la síntesis, a establecer los límites de palabras que debía llevar cada artículo.” ?