“La labor de la oposición, además de su imprescindible vocación de gobernar, es la de inspeccionar de cerca al gobierno de turno, controlar sus procesos, ser un contrapeso, una alternativa, una esperanza de continuidad y la de denunciar a instancias judiciales cuando sea necesario”.
Aunque no son infalibles, las palabras de Manuel Palomares Herrera, 30 años, doctor en Derecho Internacional Público y catedrático de varias universidades españolas, se acercan bastante al rol que los partidos políticos debieran desempeñar cuando están en la oposición. Al menos, es la actuación que la sociedad global democrática espera, incluyendo a la dominicana.
No obstante, el presidente Luis Abinader arriba a su primer año de gobierno ante la mirada contemplativa de los partidos de oposición; sin mayores problemas, imponiendo las reglas de un juego político donde solo parece tener de contrapeso a la propia sociedad.
Fue ella la que frenó en octubre del año pasado el plan de imponer nuevos impuestos en el Presupuesto General del Estado; es ella la que continúa reclamando por las cancelaciones de empleados públicos que llevaban años trabajando en el Estado y también la que ha exigido cambios en los toques de queda para poder sobrevivir a los estragos económicos provocados por la pandemia del covid-19.
¿Y los partidos políticos…?
Condescendientes por el inesperado impacto del coronavirus, enfocados en la transformación de su estructura orgánica tras la derrota electoral o intimidadas por el conocimiento público de casos de corrupción comprometedores, los partidos de la oposición han dejado pasar los primeros 12 meses del gobierno sin oponerse a nada.
El discurso con garras, ausente durante todo este tiempo, empezó a arañar los periódicos apenas esta semana, cuando el líder y presidente de la Fuerza del Pueblo, Leonel Fernández, calificó al gobierno del presidente Abinader de improvisado, criticó el aumento de la carne de pollo y el endeudamiento público que ya ronda el 72 % del producto interno bruto, lo que, a su juicio, crea una situación de insostenibilidad.
Desde la óptica del exmandatario, que ahora encabeza una fuerza mayoritaria por la cantidad de recursos económicos que le asigna la Ley Electoral, la actual gestión gubernamental “tiene muchas ofertas y pocas obras concretas”, una opinión que no es exclusiva. En un artículo publicado recientemente, el ingeniero y economista Guillermo Caram, señalaba que en el ‘Gobierno del Cambio’ preocupan: “la sobreestimación de resultados, la vocación a procurar y exaltar éxitos prematuros, la obsesión por dar buenas noticias, el autoelogio o elogio mutuo y el rechazo de sugerencias ciudadanas”.
Cuando se piensa en la promesa que hizo el mandatario de crear 600 mil empleos y lo que ha ocurrido con ella en el transcurso del año, se llega a la conclusión de que tal vez, el agudo dirigente reformista tenga un poco de razón.
Transcurrido los primeros siete meses de su gobierno, Abinader corrigió el ofrecimiento. Ahora asegura que no son 600 mil, sino un millón los empleos que creará durante su gestión. Sin embargo, los números son los que muestran cuán lejano está el objetivo. “Podemos decir que hemos recuperado 120,000 empleos de manera directa en este gobierno”, aseguró el jefe del Estado en una actividad efectuada en Punta Cana el 17 de julio pasado.
La situación del sector laboral de República Dominicana es compleja y carece de amigos que separen el grano de la paja. En el año 2020, a causa de las repercusiones de la pandemia, 414 mil personas cayeron en situación de inactividad. De ese grupo, el Gobierno solo ha admitido haber desvinculado a 18,885, según consta en el documento “Covid-19 bajo la lupa. Efectos de la COVID-19 en la pobreza monetaria, la desigualdad y el mercado de trabajo”.
Por si fueran números pequeños, el Informe de la Situación Macroeconómica al mes de junio 2021, precisa que, en el primer trimestre de 2021, el empleo disminuyó en 192,491 personas interanual, observándose la menor contracción desde el punto más álgido de la crisis sanitaria.
De acuerdo con el estudio, elaborado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, la caída en el número de ocupados se explica por la reducción de los empleados del sector privado, así como por una disminución de las trabajadoras del servicio doméstico y de los patronos o socios.
Tiempo de callar
Terminada la gestión del presidente Danilo Medina, el Partido de la Liberación Dominicana inició una introspección de la que todavía no sale. La reorganización del partido ha incluido la renovación del Comité Central, la del Comité Político, la elección de Medina como presidente y de Charlie Mariotti como nuevo secretario general de la organización.
El silencio del Medina, aseguran, es estratégico. En cuanto a la cúpula de la organización, sus puntuales intervenciones han sido para aclarar que el reciente aumento salarial no fue lo que dijeron las autoridades, (24 %), sino menos (14.9 %); presentar una serie de recomendaciones sobre el sistema educativo y defender el derecho a la legítima defensa de dos hermanos del presidente Medina y cerca de 20 exfuncionarios de la pasada gestión que han sido sometidos a la justicia por actos de corrupción, malversación de fondos públicos y asociación de malhechores.
De acuerdo con Palomares Herrera, la buena oposición no es la que busca entorpecer, poner palos en la rueda ni frenar, sino aquella que busca la transparencia en su labor, proponer alternativas edificantes y aportar la crítica constructiva y su importancia radica en que, si hay una buena oposición, la garantía de la legalidad está asegurada.
Tanto el PLD como la Fuerza del Pueblo y el Partido Reformista Social Cristiano pusieron sus locales a disposición de las autoridades para facilitar la vacunación de la ciudadanía contra la covid-19; mientras que Alianza País mantiene una campaña en las redes sociales para estimular a todos los que aún no se han vacunado a que se inoculen para preservar sus vidas y la de los suyos.