El seis de octubre del 2019 en el país los entonces dos principales partidos del sistema político nacional celebraban unas primarias simultáneas bajo la organización de la Junta Central Electoral (JCE) y con voto automatizado para definir quiénes serán sus candidatos para los torneos electorales del 2020, incluyendo quién ocuparía la casilla presidencial en ambos casos.
De un lado, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) realizó sus comicios donde solamente votaron miembros inscritos en el padrón de esa entidad política y allí las cosas transcurrieron con cierta tranquilidad.
Antes de las 10 de la noche de ese domingo, ya Hipólito Mejía había reconocido el triunfo del hoy presidente Luis Abinader y agradeció el apoyo de todas las personas que acudieron a votar de manera masiva y cívica.
“Es justo reconocer al pueblo dominicano, quien por su comportamiento ciudadano hizo propicio un certamen que se desarrolló sin mayores inconvenientes, todos debemos sacar las mejores conclusiones de este proceso democrático”, añadía el ex presidente Mejía en ese momento.
Fue la contienda del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que se llevó toda la atención del escaparate público, donde el enfrentamiento de dos frentes totalmente opuestos auguraban el desencadenamiento de lo que sería una crisis institucional en las filas del entonces partido de gobierno.
“Esas primarias de ese seis de octubre de hace exactamente dos años marcaron un antes y un después, no solo en la historia de ese partido, sino también de todo el sistema de partidos de la República Dominicana, ese proceso le puso un stop continuistas y dictatoriales que se vivían a lo interno de ese Partido de la Liberación Dominicana”, así definió Manuel Crespo, quien apareciera como uno de los precandidatos a la presidencia, aunque luego pasó a apoyar a Leonel Fernández.
Precisamente era la batalla entre el tres veces presidente de la República contra Gonzalo Castillo, exministro de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) y representaba la corriente del expresidente Danilo Medina, la ocasionaría la principal división de la historia partidaria del hasta entonces partido oficialista.
Gonzalo venció por pocos votos en una votación cerrada a Fernández y según eran vistos en los resultados que eran transmitidos en vivo, la ventaja final del exfuncionario se conseguiría en los minutos finales del conteo lo cual llevo a dar base a la denuncia de irregularidad que luego haría el expresidente.
“Esos fenómenos suceden cuando la fuerza de los votos del candidato está fuera de la ciudad y esos son los últimos votos en llegar para ser contados y por eso se vio de esa forma, las urbes son las primeras en ser contadas, los lugares aledaños no…nosotros siempre estuvimos a la disposición de que presentarán, quejas yo mismo decía que me unía a los reclamos si me presentaban una acta con una irregularidad y nunca pudieron presentar una sola”, explica Danilo Díaz, dirigente del PLD, a este diario, al tiempo que añadía que las primarias fueron el “ejercicio más democrático de la historia dominicana” y un “proceso ejemplar” ya que los resultados mostraron lo que siempre se marcaba en las encuestas de empresas reconocidas.
Luego de que en ese torneo electoral Gonzalo venciera al expresidente, la división que se venía avistando desde finales del 2016 y marcada a sobremanera durante las protestas frente al Congreso Nacional en medio de los supuestos intentos de Medina de modificar la constitución para repostularse, se hacía palpable entre “danilistas” y “leonelistas”.
Las consecuencias
El rompimiento se hizo sentir cuando Fernández, quien además era presidente de la organización, se marchó llevándose a ocho miembros del comité político del PLD. Los primeros en marcharse junto al líder político fueron Rafael Alburquerque, Bautista Rojas Gómez, César Pina Toribio, Franklin Almeyda y Radhamés Jiménez.
A estos se sumaron después de ganar en las elecciones de julio pasado, los senadores Dioni Sánchez y Félix Bautista, que fueron candidatos en la boleta del expartido oficialista. Además se produjo la partida del exalcalde Roberto Salcedo, quien pasaría a apoyar la campaña del presidente Luis Abinader.
Esas renuncias, sumadas a las de decenas de dirigentes del comité central, dejaron al partido desestabilizado y sumergido en su primera gran crisis desde su fundación en 1973, de cara al proceso electoral que iniciaría en febrero con las elecciones municipales.
El domingo 16 de febrero los comicios municipales no pudieron celebrarse debido a fallas en los equipos del voto automatizado que se utilizarían en 18 demarcaciones provocando un consecuente estallido social y el desbordamiento de protestas en la Plaza de la Bandera.
La misma resultó ser un detonante en contra del entonces partido de gobierno, ya que los manifestantes comenzaron a señalarlos como los principales responsables del fallo, junto a los integrantes de la Junta Central Electoral (JCE), y acusarlos de querer cometer fraude en las elecciones.
Ese torneo electoral fue repuesto el 15 de marzo y el PLD perdió las principales alcaldías por amplio margen y convirtiéndose en un presagio de las elecciones presidenciales.
A partir de allí la cúpula del PLD se empeñó en enfocarse en la candidatura presidencial de Gonzalo Castillo, que constantemente recibía ataques de Leonel Fernández y Abinader poniendo en duda su capacidad de dirigir un país que se encontraba empezando a lidiar con los achaques de la pandemia del coronavirus (Covid-19).
Sin importar los esfuerzos y ayudas sociales, los cacerolazos y el grito de #SeVan se convertían en realidad durante la noche del cinco de julio cuando Abinader vencía por más de un 15% a Castillo en las elecciones presidenciales.
Con las presidenciales perdidas, el PLD apuntaba a convertirse en la primera fuerza opositora y a obtener al menos dos curules del Consejo Nacional de la Magistratura al obtener seis senadores electos en el torneo congresual, sin embargo la partida de Sánchez y Bautista hacia la Fuerza del Pueblo dificulta que estos obtengan el puesto de la segunda mayoría de la cámara alta.
Dos realidades, mismo objetivo
Dos años después, ambos partidos se encuentran autoproclamándose como los “líderes de la oposición”, mientras se encuentran al asecho de los fallos del gobierno de Abinader y el PRM para fortalecer sus chances para el venidero proceso electoral.
“La Fuerza del Pueblo es ahora mismo el principal partido de oposición de la República Dominicana y eso es gracias a un trabajo sistemático que hemos venido realizando y ni hablar del liderato que aun imprime el presidente Fernández en la población dominicana”, explicó Crespo.
El mismo agregó que actualmente, el PLD es un “conjunto vacio” en búsqueda de más estrategias ya que “los que ganamos elecciones, estamos todos de este lado”.
Mientras, Díaz indica que el PLD fue el principal “beneficiado” de la derrota electoral y de la partida de la corriente leonelista ya que le permitió a la entidad política “reconectarse” con las bases del partido, además de que la renovación era necesaria, “se fuera o no se fuera”.
Ese proceso de “renovación” le dio el control “absoluto” al danilismo, los cuales se impusieron en las máximas direcciones del partido.
“En mis evaluaciones he llegado a la conclusión de que no tengo otra alternativa más que asumir la responsabilidad que la historia pone en mis manos”, de esa forma concluía su primer discurso el expresidente de la República, Danilo Medina luego de ser declarado por “aclamación” como presidente del PLD aunque había dicho que tenía pensado “bajar la intensidad” de su actividad política al salir de su gestión de gobierno pero que en “su análisis” no contó con que el partido perdiera las elecciones presidenciales del pasado 05 de julio.
Mientras el PLD se encuentra trabajando en la figura de quienes serian los aspirantes a la candidatura presidencial, con Margarita Cedeño, Abel Martínez y Francisco Domínguez Brito haciendo claras alusiones a que quisieran ocupar la casilla presidencial del partido morado en el 2024.