Con muy pocos matices sociales y cortes humanos se desarrollan los principales spots publicitarios y las jornadas de precampaña de los actuales aspirantes a la presidencia de la República.
Con las consignas “sigue la obra”, la “sangre nueva”, el “tan cogío, carajo” de los precandidatos del Partido de la Liberación Nacional (PLD), Gonzalo Castillo y Leonel Fernández; hasta el “llegó papá” y “el cambio va” de los líderes del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Hipólito Mejía y Luis Abinader respectivamente, todos han buscado encandilar a sus seguidores con miras a las primarias del seis de octubre.
Contrario a las últimas décadas del siglo XX donde los distintos competidores enfocaron sus cañones publicitarios a las masas y desposeídos, las campañas de esta época ya casi no exponen a los aspirantes con los ancianos en sus casas de madera y zinc debido a la poca credibilidad que generan tales acciones en las plataformas de opinión pública.
Además, muchos dirigentes han intentado capitalizar, como anteriormente hacían sus antecesores, las imágenes en que almuerzan con sus seguidores en sus casas o donde se muestran jugando dominó con ellos; sin embargo, no han tenido el efecto deseado debido a los comentarios negativos que comúnmente inundan las redes sociales.
Los grandes líderes del siglo pasado como Joaquín Balaguer, del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC); José Francisco Peña Gómez, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y Juan Bosch, del PLD, utilizaron consignas que se hicieron “himnos” entre la población.
La de Balaguer fue “el candidato de la paz”, la cual caló en la ciudadanía debido al desorden y el caos que imperaba en el país como resultado de la revuelta de abril de 1965. A partir de ahí el “vuelve y vuelve” se repetía con efervescencia desde las tribunas del poder en un ambiente de hostilidad internacional y Guerra Fría entre los bloques Occidente y Oriente.
Peña Gómez se mostraba como un hombre de pueblo y masas, y con un “primero la gente”, atrapó a millares de dominicanos que lo seguían a ciegas en cada convocatoria masiva que realizaba.
Mientras que Juan Bosch pregonaba con la honestidad y moral que le caracterizaba el “vergüenza contra dinero” cuando apenas estructuraba en todo el país al nuevo PLD que en ese momento no había llegado al poder.