Por: Nelson Marte
Un periodista amigo que suele conversar con integrantes del equipo de comunicaciones de Luis Abinader, me relató cómo ocurrieron las cosas cuando el mandatario dijo que iría al debate.
Hasta el momento no se había hablado nada respecto al tema, cuando el presidente candidato lo soltó sobre la mesa.
La reacción primera fue de expectación y silencio total. Luego se oyeron algunos gruñidos y risitas nerviosas, y alguien rompió el hielo afirmando que no lo veía conveniente.
Otros, pragmáticos, “razonaron” que dado su alto posicionamiento en las encuestas conocidas y en el parecer cotidiano de la gente en las calles y sus hogares, en los trabajos y en los conchos, el candidato presidente estaba muy bien posicionado y no tenía nada que ganar y mucho que perder en un debate con Leonel y Abel, que en sótano del posicionamiento electoral peleaban por el segundo y el tercer lugar.
“Sin quitarle mérito a la capacidad expositiva que usted ha desarrollado, que se comprueba cada lunes en La Semanal…”, empezó a decir uno, cuidadoso, cuando lo interrumpió otro:
” Leonel tiene una campaña en modo post verdad en el que no le importan los datos de la realidad y le miente a la prensa y al pueblo con toda sinceridad, sin importarle lo que opine la gente”.
Aunque dos o tres del grupo expresaron su apoyo a la participación del presidente en el debate, la consulta parecía orillar al rechazo.
Entonces el mandatario dijo, de manera concluyente:
Señores, las bases de la credibilidad con que contamos son la transparencia y la coherencia. Fui al debate en 2016 representando al PRM, aunque los otros partidos mayoritarios no asistieron; di mi anuencia a ANJE para acudir al debate de 2020, pero el candidato de gobierno no aceptó.
¿Cómo puedo decir ahora que no, porque soy presidente y estoy encabezando las encuestas? Eso será contradictorio con mi trayectoria.
“Pero Leonel y Danilo no aceptaron debatir cuando fueron presidentes, además Leonel dijo en 2008 que no debatiría con Miguel Vargas porque no sabía conceptualizar y lo aventajaba por 25%”, alegó ya sin mucha convicción otro del equipo.
Según me contó el periodista, Luis enarcó las cejas en un gesto que le es característico, y disparó: Bueno, ellos tienen su forma de ser y yo la mía, la gente sabe que somos diferentes.
Y fue así como superando la vieja política y enriqueciendo y modernizando nuestra democracia, Luis se anotó otro cambio asentando en el país la cultura de los debates.