La política, aquí y en todas partes, necesita de más nobleza, decencia y sencillez. Ayer mataron a tiros a un político dominicano que tenía esas tres cualidades, entre muchas otras. Es una verdadera baja para el sistema político, porque se necesitan más como él. Hay quienes piensan que para sobrevivir en política, estas cualidades no ayudan, ya que se convierten en debilidades. Pero Orlando Jorge Mera fue un ejemplo de que no necesariamente es así. En el Partido Revolucionario Dominicano tuvo una trayectoria intensa y extensa, logrando brillar con luz propia, independientemente de que era hijo de un ex presidente de la República. Eso lo pudo ayudar para arrancar, pero para mantenerse, necesitaba más que eso.
Manso, en una selva
Su prudencia y serenidad parecían contraproducentes cuando le tocó asumir ciertos cargos políticos, como el del secretario general de su partido o delegado ante la Junta Central Electoral. Los periodistas que cubrieron política en esos momentos deben recordarlo. Más de uno pensó, y llegó a decir en voz alta, que a él le faltaba “tigueraje” para desempeñar esos roles, no solo por lo que implicaban de por sí los cargos, sino por quienes eran sus homólogos. De esos y otros retos, salió bien el político Orlando Jorge Mera.
Sencillez
En lo que nadie le ganaba a Orlando era en la sencillez. En muchos escenarios repitió la frase: “El poder es como una sombra que pasa”, que le escuchó a su padre. Tan fácil es esa frase de repetir, como difícil de asimilar y actuar consciente de su significado. Él lo hizo. Era el mismo en el poder y en la oposición.