Una filtración de más de 11,9 millones de documentos confidenciales ha sacado a la luz las fortunas secretas de algunas de las personas más influyentes y conocidas en el mundo. Los Papeles de Pandora, la mayor colaboración periodística de la historia, abre las puertas de la industria offshore, un mundo de fideicomisos opacos, empresas de papel, beneficiarios ocultos y poderosos despachos legales. Estas son las claves para entender la investigación, que permiten observar esa industria desde su propio centro neurálgico.
Papeles de Pandora (o Pandora Papers) es el nombre de una investigación periodística basada en una gran filtración de documentos confidenciales de 14 despachos de abogados especializados en la creación de sociedades en países como Panamá, las Islas Vírgenes Británicas o las Bahamas. Los documentos abarcan más de cinco décadas de registros y permiten reconstruir quiénes, dónde y para qué se crearon estas estructuras, datos que de otra forma no se hubieran hecho públicos.
EL PAÍS colaboró con varios medios internacionales y locales, así como con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), que lideró el proyecto. En México participó junto al semanario Proceso, la organización Quinto Elemento Lab y la cadena Univisión. En Brasil, con la revista Piauí, Agência Pública y los portales Poder 360 y Metrópoles. En Argentina, el equipo está integrado por el periódico La Nación, El Diario e Infobae. En Colombia la investigación estuvo a cargo del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística, El Espectador y Connectas. En Chile, la Fundación Periodística LaBot y CIPER. En Ecuador, el diario El Universo. En Venezuela, el portal Armando.info. Es un trabajo de más de 600 periodistas en 117 países y territorios. Puede consultar la lista completa de participantes aquí.
La investigación se ha desarrollado a lo largo de casi dos años e incluyó el análisis de documentos de texto, hojas de cálculo, correos electrónicos e imágenes, entre otros archivos. Hay actas de constitución, registros de accionistas, facturas, pasaportes, diarios de viaje… Entre todos, componen un retrato sin precedentes de la cara oculta de las finanzas internacionales y arrojan luz sobre los secretos de los paraísos fiscales y los profesionales que actúan como puente para llegar a estas jurisdicciones. La filtración señala a más de 27.000 compañías y a casi 30.000 de sus beneficiarios. Argentina es el país latinoamericano con mayor presencia de beneficiarios finales y el tercero que más aparece en toda la filtración, según el análisis del ICIJ. Brasil, Venezuela y Guatemala también están en los primeros 10 lugares en los conteos por país.
La investigación revela los activos secretos, acuerdos encubiertos y fortunas ocultas de un enjambre de ricos y poderosos: más de 330 políticos y funcionarios, 14 jefes de Estado de América Latina entre actuales y retirados, 46 oligarcas rusos y más de 130 multimillonarios de la lista de Forbes. En el escenario regional hay tres presidentes en activo: Sebastián Piñera de Chile, Guillermo Lasso de Ecuador y el dominicano Luis Abinader. Once son exmandatarios, por ejemplo, los colombianos César Gaviria y Andrés Pastrana. Cerca de una veintena de periodistas de EL PAÍS en América participaron en la investigación.
Un “paraíso fiscal” es una mala traducción del inglés tax haven, literalmente refugio fiscal. Son sitios donde la creación de sociedades mercantiles es una de sus principales industrias, e incluso la única. Suelen ser países o territorios pequeños que buscan atraer a clientes e inversionistas en el extranjero con impuestos bajos, facilidad para abrir empresas y confidencialidad en los registros. El anonimato es un punto crucial. Muchas personas que recurren a estas jurisdicciones buscan seguridad y administrar su patrimonio de forma discreta. Es también uno de los aspectos más problemáticos: para los Gobiernos es muy complicado seguir el rastro del dinero y puede convertirse en campo fértil para delitos como fraude, blanqueo de capitales y actos de corrupción.
La clasificación de paraísos fiscales varía según la ley de cada país, pero los principales criterios suelen ser la carga impositiva que tienen y su disposición para colaborar con autoridades extranjeras. Por eso, no existe una lista global y oficial de jurisdicciones de este tipo, sino que cada país decide por sí mismo con cuáles firma acuerdos tributarios o de intercambio de información.
Una sociedad offshore es una entidad que se crea en un país distinto de aquel en que reside su beneficiario. Tener una empresa offshore no es un delito, bajo la idea de que cada persona puede elegir dónde invertir y qué hacer con su dinero. Un estudio publicado en 2017 y actualizado en 2019 estimó que un 10% del producto interior bruto mundial se encuentra en sociedades offshore. La regla general para que sean legales es que se declaren a las autoridades tributarias competentes.
El problema de estas sociedades es cuando se crean en jurisdicciones opacas en busca de escasas o nulas cargas impositivas y de confidencialidad. En los reportajes muchas veces encontrará términos como empresas “opacas”, “de papel” o “fantasma” porque no tienen actividad real ni empleados ni oficinas físicas. Se utilizan, en líneas generales, para ocultar y eximir de responsabilidades fiscales o legales al verdadero dueño de unos activos que pueden ser financieros, pero también se pueden concretar en propiedades inmobiliarias, obras de arte o vehículos, entre otros. “Cuando llega el fisco, esta gente dice ‘ah bueno, yo no soy el dueño”, bromea Chuck Collins, académico del Instituto de Estudios de Políticas en Washington.
Las empresas opacas se vuelven los dueños legales de estos activos y ocultan la identidad de los dueños reales. Y estas capas se pueden sumar. Una empresa offshore en Belice puede ser dueña de otra en Islas Caymán que es propietaria de otra en Hong Kong. El beneficiario real, en cambio, puede estar en México o Brasil. Sus inversiones, en EE UU.
Al calor de los paraísos fiscales y sus atractivos ha surgido toda una industria especializada en la gestión de los trámites necesarios para que interesados de cualquier parte del mundo puedan crear sus sociedades de forma secreta. Gracias a la ayuda de estos despachos de abogados, el cliente consigue no dejar rastro de su identidad en documentos oficiales como actas de incorporación o registros de accionistas. Entre los documentos de los Papeles de Pandora aparecen algunos de los mayores proveedores a nivel mundial, como Alemán, Cordero, Galindo y Lee (Alcogal), Trident Trust o Asiaciti.
Son despachos completamente establecidos y legales, a veces cercanos al poder en sus países sede. Glenn D. Godfrey, exministro de Turismo de Belice, es el fundador del despacho GDG, incluido en la filtración. Jaime Eduardo Alemán, uno de los socios de Alcogal, fue ministro de Justicia de Panamá y embajador en Estados Unidos. Cerca del 50% de los políticos que aparecen en los Papeles de Pandora eran clientes de Alcogal.
En la industria offshore abundan términos que suelen ser confusos, pero que en realidad son más sencillos de lo que parecen.
– Beneficiario: Es el dueño real de la compañía, uno de los datos guardados con mayor recelo en los llamados paraísos fiscales. También se traduce como “beneficiario final”, del inglés ultimate benefitial owner.
– Proveedor: Es el despacho legal que ayuda a crear y manejar las empresas offshore. Estas firmas de abogados guardaban registros y solventaban los trámites de los beneficiarios, y de esta información se desprenden los documentos filtrados.
– Intermediario: En muchos casos, los beneficiarios no gestionan directamente la creación de sus empresas, sino que acuden a asesores, bancos o gestores de inversiones que les ayudan a contactar a los proveedores.
– Accionista: Como en un negocio tradicional, los dueños tienen un porcentaje de acciones de la empresa. Los títulos pueden estar a nombre de una persona o de otra compañía y así se pueden encadenar estructuras offshore.
– Director: Es tal cual quien dirige la compañía. En muchos casos el accionista es el director de su propia compañía. También se puede dar el caso que empleados de los despachos funjan como directores de una firma: no tienen poder de decisión, pero se dedican a presidir asambleas y resolver otros trámites en los registros mercantiles.
– Fideicomiso: Se conoce como trust, en inglés. Es un contrato con el que se transfiere el título de una propiedad a un tercero. Esa persona o empresa (el fideicomisario) se convierte en el dueño legal de ese activo y se encarga de administrarlo a favor de un beneficiario. A esa estructura básica se le suma también la figura del protector, que se encarga de supervisar las tareas del fideicomisario y sustituirlo, si es necesario. Los fideicomisos son particularmente opacos porque no suele haber registros públicos de ellos en las jurisdicciones offshore y hacen aún más difícil identificar al propietario real de una casa o un yate, por ejemplo.
Los problemas comienzan cuando esas sociedades y sus ganancias están deliberadamente escondidas en jurisdicciones opacas, sin que se haya declarado su existencia a las autoridades donde el verdadero propietario tiene su residencia fiscal. Esto es lo que ocurre en muchos de los casos que se han retratado en los Papeles de Pandora. Bajo esa capa de opacidad se ocultan flujos de dinero ilícitos que abren la puerta al cohecho, el lavado de dinero, la evasión fiscal o la financiación del terrorismo.
América Latina pierde más de 40.000 millones de dólares en impuestos cada año por el abuso de estructuras offshore, según un informe publicado por el Tax Justice Project, una organización especializada en evasión fiscal. Brasil es el país de la región que más impuestos pierde anualmente: 14.600 millones de dólares. Le siguen Colombia, con 11.600 millones de dólares, y México, con 8.250 millones. La OCDE calcula que al menos 11,3 billones de dólares están guardados offshore a nivel mundial.
Gracias a las revelaciones que han acompañado a filtraciones como esta, se han redoblado los esfuerzos en la lucha contra el fraude fiscal y el blanqueo de capitales. En algunos países latinoamericanos se han iniciado investigaciones sobre casos que aparecen en otras publicaciones como los Papeles de Panamá y se ha abierto el debate sobre la necesidad de un pago mínimo de impuestos corporativos a nivel global para evitar que se recurra a paraísos fiscales. Los Papeles de Pandora son una nueva foto de una industria del secreto que, pese a todo, sigue gozando de buena salud y que tiene a los más poderosos entre sus clientes.
De los 14 despachos que aparecen, ocho están en América: Dos en Panamá (Alcogal y OMC); tres en Belice (GDG, CitiTrust International y Commonwealth Corporate Services Limited) y tres en Islas Vírgenes Británicas (Trident Trust, Fidelity Management y Commence BVI). Muchos de estos bufetes, sin embargo, tenían sedes y negocios en varias partes del mundo. En respuesta a las preguntas planteadas por el Consorcio, Alcogal ha emitido un comunicado donde afirma adherirse a los requisitos legales de aquellas regiones en las que opera. Esta postura está generalizada entre sus homólogos en los Papeles de Pandora.
El rey Abdulá de Jordania era un cliente notable de Alcogal. OMC daba servicios al presidente Piñera y a la cantante Shakira. Trident tenía en su cartera a Carlo Ancelotti, el entrenador del Real Madrid, y a Paulo Guedes, ministro brasileño de Economía. Trident, con bienes administrados calculados en 35.000 millones de dólares, asegura que “rutinariamente colabora con cualquier autoridad competente que solicita información”.
En Dubái, SFM ayudó a Dominique Strauss-Kahn, exjefe del FMI, a abrir una empresa para gestionar sus ganancias como consultor internacional. Asiaciti Trust, de Singapur, ayudó a María Asunción Aramburuzabala, la mujer más rica de México, a abrir varias estructuras financieras con las que compró aviones privados y mansiones. Otros proveedores estaban en países pequeños como Seychelles (All About Offshore y Alpha Consulting), Malta (DadLaw) y Chipre (Demetrios A Demetriades LLC). Il Shin, con foco en clientes asiáticos, tiene el grueso de sus operaciones en China.
Tanto los Papeles de Pandora como los Panama Papers fueron proyectos liderados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y, pese a que han pasado cinco años desde la publicación de este último, ambos comparten muchos rasgos comunes. Los documentos asociados a ambas filtraciones tienen su origen en proveedores offshore. De hecho, los Papeles de Panamá procedían de la firma panameña Mossack Fonseca.
El volumen de ambas filtraciones es parecido, aunque los Papeles de Pandora contienen unos 400.000 archivos más y sus 2,94 terabytes superan por poco a los 2,6 terabytes que supuso su antecesor.
Lo que no tiene precedentes es el nivel de detalle con que la nueva filtración muestra las relaciones entre quienes buscan beneficios en la creación de sociedades de paraísos fiscales y la amplia gama profesionales que les ayudan a cumplir ese objetivo. No es un solo despacho, sino 14. Y a más despachos, más clientes: los Papeles de Pandora contienen información de más de 29.000 propietarios de sociedades, el doble de lo que se pudo extraer hace un lustro.
Los Papeles de Panamá marcaron un antes y un después en cómo se perciben las sociedades offshore. Lo confirman los abogados que trabajan en el sector y también los archivos de la nueva investigación: después de 2016 Trident Trust incorporó casi un centenar de clientes que optaron por trasladar sus sociedades de Mossack Fonseca al nuevo proveedor para eludir la exposición y la presión de las autoridades.
Las autoridades de Panamá, presionadas a nivel global tras el escándalo, aceptaron firmar acuerdos de intercambios de información con varios países. Estos acuerdos facilitan la remisión de datos bancarios y fiscales de forma casi automática entre países, un instrumento que permite a inspectores de Hacienda e investigadores de las fiscalías tener mejor acceso a documentos que antes podían tardar años en conseguir.